143. «Eres mía, Victoria».

Lentamente retiro mi mano del tocador, y en ese mismo momento, una ola de intenso placer me golpea de nuevo.

Abraham lame mi clítoris a través de mis bragas, y gimo un poco más fuerte, sintiendo mi coño palpitar y mi pierna temblar. Pero Abraham no se detiene; sigue lamiendo rápidamente, torturándom...

Inicia sesión y continúa leyendo