152. «Gracias, Victoria».

Abraham sostiene el látigo con firmeza, las venas en su fuerte mano se hinchan, y por las docenas de tiras de cuero y el mango sólido, sé que el juego que me espera me dejará hecha un desastre de lágrimas y orgasmos. Él balancea el látigo suavemente y, con su otra mano, me llama a acercarme con un g...

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