76. «Lo hiciste bien, Victoria...»

Antes de que pueda decir algo, Abraham me agarra por la cintura, desliza mi rodilla hacia el otro lado y me coloca sentada en su regazo, justo sobre el bulto en sus pantalones deportivos.

Sus manos firmes y venosas presionan mis caderas, forzándome contra su erección, y me doy cuenta de que no llevo...

Inicia sesión y continúa leyendo