¡Eras tú!

—Tranquilízate, princesa. Tenemos mucho tiempo— se ríe Dordrich.

—Te deseo tanto, con desesperación. Este deseo cautiva mi mente, debo tenerte, poseerte—. Sus labios recorren mi rostro hasta encontrar los míos. Muerde suavemente mi labio inferior, los atrapa ambos en su boca y de repente los suelta...

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