Capítulo 146

Empujé mis manos hacia arriba e intenté apartarlo, mis palmas golpeando su ardiente pecho como si fuera una maldita caldera. —¿Quién diablos eres?— jadeé, mi garganta áspera y rasposa, mi cabeza hecha un desastre. La oscuridad me había cegado—nada más que la helada pared filtrándose a través de mi v...

Inicia sesión y continúa leyendo