Capítulo 4
Kyle Denver
Me bajé del coche y Dakota me saludó de inmediato. Me entregó mi iPad para que pudiera ver sus informes sobre el sitio de construcción. Empezó a decirme mi agenda para todo el día y ambos entramos juntos en el ascensor.
—Organízame una reunión con John Travis mañana, dile que necesitamos hablar —le dije a Dakota mientras ella lo anotaba todo.
—¿Qué le traigo para el almuerzo, señor Denver? —preguntó mientras salíamos del ascensor y nos dirigíamos hacia mi oficina.
—Cómprame mi filete favorito y no olvides el puré de papas extra —dije al entrar en mi oficina. Ella me siguió hasta mi escritorio y mis ojos se posaron en una carta de renuncia sobre la mesa.
—¿Algo más, señor Denver? —preguntó Dakota y yo recogí la carta de renuncia. Me volví hacia ella y tragó saliva nerviosamente.
—¿De quién es esto? —pregunté mientras abría el sobre.
—Es mi carta de renuncia, señor Denver —dijo y empecé a leer la carta. La leí rápidamente y mis ojos volvieron a ella.
—Siéntate —dije señalándole la silla frente a mi escritorio.
—¿Esperas que te deje ir mañana? ¿Estás loca? —pregunté mientras arrojaba el papel frente a ella. Ella miró hacia abajo, evitando el contacto visual.
—¿Cuál es tu razón? —pregunté mientras apoyaba mi cabeza con la mano. La miré esperando su respuesta.
—¡Dakota! ¿Cuál es tu razón? Si no... no puedes renunciar.
—Tengo que mudarme de vuelta a Los Ángeles, mi abuelo está muy enfermo. Quiero estar a su lado —dijo.
—¿Cuánto tiempo necesitas? —pregunté y ella me miró. Parecía confundida y me enderecé.
—¿Qué quiere decir, señor Denver?
—¿Cuánto tiempo necesitas para estar al lado de tu abuelo? ¿1 mes? ¿2 semanas? ¿3 semanas? Dame un plazo —dije y ella negó con la cabeza.
—Me mudaré a Los Ángeles permanentemente y no volveré a Nueva York —respondió y la miré con sospecha.
—¡No puedes irte mañana! Tengo que encontrar a tu reemplazo y necesitas enseñarle todo...
—Edna será mi reemplazo —me interrumpió y la miré incrédulo.
—¡Aquí el jefe soy yo! —golpeé la mesa y ella dio un pequeño salto. Me miró un poco asustada y me incliné más cerca de ella.
—Puedes renunciar el próximo mes... después de enseñar...
—No puedo, señor Denver. No puedo renunciar el próximo mes... tengo que volver a Los Ángeles mañana —dijo en un tono de pánico. La miré confundido y un poco sospechoso.
—¿Cometiste algún crimen o algo? —pregunté y ella negó con la cabeza y las manos frente a mí.
—No... no... me voy a casar —dijo de repente, lo que me sorprendió un poco. Estoy seguro de que nunca sale con nadie porque pasa todo su tiempo conmigo. Es mi secretaria y nunca la he visto salir con un chico.
—¿Casarte?
—¿Te hicieron una llamada de broma? —pregunté y ella me miró incrédula. Su mandíbula cayó y me miró completamente confundida.
—¿Conociste a esta persona en Tinder? ¿Te pidió que fueras a Los Ángeles y te casaras con él? ¿Es rico? ¿Eres una cazafortunas? —pregunté y ella me miró como si quisiera abofetearme.
—Señor Denver, puede que sea secretaria, pero no soy tan baja —dijo en un tono frío. Esa fue la primera vez en 9 años que escuché a mi secretaria hablarme en un tono frío y con una mirada asesina.
—Entonces, ¿por qué de repente te vas a casar? —pregunté.
—Es una larga historia y es mi privacidad, señor Denver. Esperaba que pudiera entenderlo. No tengo otra opción, señor Denver, y lo siento. Sé que debería ser más responsable con esto, pero la situación en la que estoy... no es buena —dijo mientras me miraba a los ojos. Tomé mi taza de latte y la bebí lentamente.
—Entonces, ¿tu abuelo no está realmente enfermo? ¿Vas a Los Ángeles solo para casarte? —pregunté y ella suspiró.
—Mi abuelo ha arreglado mi matrimonio, es su último deseo —dijo y la miré... sin palabras.
—¡Estamos en el siglo XXI... matrimonio arreglado? ¡Tienes que estar bromeando! —me reí y ella me miró seriamente.
—¿Necesita algo más, señor Denver? —preguntó mientras se levantaba de su asiento.
—No —le hice un gesto para que saliera y ella salió de mi oficina. Tomé su carta de renuncia y giré mi silla hacia la ventana. Leí la carta de renuncia una y otra vez, pero... de alguna manera es extraño.
¿Por qué su abuelo querría que tuviera un matrimonio arreglado? ¿Es solo porque está muriendo y quiere verla feliz primero? Raro. Aplasté el papel y lo arrojé a la papelera.
Déjala renunciar, además hay miles de secretarias por ahí queriendo un trabajo y serán mejores que Dakota de todos modos. Giré mi silla de nuevo hacia mi escritorio y comencé a continuar con mi trabajo.
Mientras trabajo, me gusta estirar un poco el cuerpo. Mis ojos se posaron en Dakota, que estaba en su teléfono caminando por su oficina. Estaba hablando con alguien y parecía que estaba regañando a la otra persona. Terminó arrojando su teléfono al suelo completamente enfadada. Se dejó caer en el sofá de su oficina.
¿Qué le pasa exactamente?



























