Epílogo: El comienzo del resto de nuestras vidas

KATE

Nathan estacionó el coche frente a la gigantesca casa, que se erguía majestuosa en medio del denso bosque a orillas del río Hudson.

Al bajar del coche, me quedé mirando la mansión de piedra marrón, adornada con grandes ventanas francesas blancas que debían ofrecer una vista impresionante del ...

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