36.

Después de enviar ese último mensaje a Alex, apagué mi teléfono rápidamente y salí corriendo del hotel en medio de la noche. Por suerte, esto era París y conocía bien las direcciones. Los únicos problemas que enfrenté mientras huía fueron los guardias de seguridad del hotel, pero, sorpresa, sorpresa...

Inicia sesión y continúa leyendo