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La mirada de Sofía se clavó en la mía —Nunca dejaré que los lastimes— prometió.

Mi sonrisa se torció. —Vamos, Sofía, ¿por qué querría hacerles daño? No soy el mismo diablo.

El rostro de Sofía palideció, sus ojos recorrieron el lugar como si buscaran una escapatoria.

—Diego, por favor...— susurró....

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