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Casi sin poder controlar la rabia que se acumulaba dentro de mí, irrumpí en la habitación.

—¿Dónde está Sofía? —gruñí mientras echaba un vistazo a las expresiones de sorpresa de las criadas reunidas cerca.

Una de ellas levantó la mirada, con los ojos muy abiertos, una niña que apenas reconocía. Ta...

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