98 ¡No puedes humillarla!

Daley ya se había ido cuando abrí los ojos por la mañana. Estoy acostumbrada a que se vaya sin despedirse. Cada vez que cerraba los ojos anoche, me imaginaba a Frade solo en el jardín.

Y Daley apareció en mi sueño. Sus manos estaban manchadas de sangre y vestía una gran túnica blanca que parecía la...

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