Capítulo 2: Él olió con avidez la fragancia de su cabello

La bola arrugada golpeó el apuesto rostro de Avila y rebotó.

Él se quedó quieto, sin moverse, aceptando en silencio su ira.

Lara levantó las cobijas y se puso de pie en la cama, mirándolo con desprecio desde arriba.

—Te dije que te fueras, ¿me oyes? ¡La familia Morris no da la bienvenida a alguien como tú, ingrato y desalmado!

Odio y disgusto intensos.

Aunque sabía que este día llegaría, su corazón no pudo evitar apretarse al enfrentarlo de verdad.

Avila permaneció indiferente.

—¿Por qué perder una buena oportunidad, señorita Bellach, por un enojo temporal? El precio que ofrezco supera con creces el valor de mercado.

Una sonrisa burlona apareció en el hermoso rostro de la chica.

—Negociar con el tigre, señor Avila, no quiero ser vendida por ti y terminar contando dinero para ti. Ya no tienes que preocuparte por los gastos de la cirugía.

Avila se burló ligeramente.

—Véndeme a mí, y podrás seguir siendo la glamorosa señorita Morris. Si vendes a alguien más, no serás diferente de las damas del club.

Las damas del club...

—¡Debes estar muy complacido, Avila!

Lara levantó la mano para cubrirse la frente, ocultando su expresión, y su voz llevaba un toque de crueldad.

—Todo está dentro de tus cálculos, pero... hay algo que definitivamente estás subestimando.

Él levantó la mirada con calma.

Con palabras intensas y provocativas, ella se rió fríamente.

—Eso es, ¡preferiría convertirme en prostituta en The Brass Baker antes que vender mis acciones a un desalmado como tú!

...

Una mirada siniestra nubló su apuesto rostro, y su voz se volvió tan fría como el hielo.

—El ocho por ciento de las acciones no afectará la estructura del Grupo Morris, pero te puede dar una oportunidad de-

—Una vida que se puede desperdiciar, sigue siendo mejor que ser maltratada por un hombre...

¡Zas!

Antes de que el hombre pudiera terminar de hablar, Lara caminó furiosa hacia el borde de la cama, lo miró desde arriba y le dio una fuerte bofetada, haciendo que su apuesto rostro se girara hacia un lado.

Lara estaba tan enojada que todo su cuerpo temblaba, señalándolo con el dedo.

—¡Fuera! ¡Solo vete!

Avila se lamió los labios y tocó el lugar donde fue abofeteado, mirando a la chica que estaba tan cerca.

Ella seguía furiosa, su hermoso rostro enrojecido por la ira, su mirada deslumbrante fija en él.

—Lara.

La llamó suavemente.

Una sonrisa lasciva apareció en su apuesto rostro, su expresión fría y sus labios delgados curvados en una sonrisa salvaje.

—Te atreves a atacar a un desalmado; ¿no sabes que los desalmados siempre se aprovechan y nunca pierden?

Lara, ...

¿Qué?

Antes de que pudiera reaccionar, el hombre le agarró la muñeca y la jaló con fuerza hacia su abrazo.

Un giro y Avila la presionó debajo de él.

El olor a alcohol abrumó a Lara, haciéndola sentir mareada.

Avila medio apoyó su cuerpo con un brazo, sin realmente descansar sobre ella. Sus ojos se encontraron, lo suficientemente cerca como para intercambiar el aliento del otro.

Él estaba ligeramente borracho.

Su fragancia era tentadora.

El trueno rugió y los relámpagos destellaron, la luz tenue creando una atmósfera nebulosa. La mujer debajo de él había dejado de lado su orgullo habitual, y lo miraba nerviosa y enojada, sus largas pestañas proyectando inocencia y belleza.

—Lara...

Él habitualmente extendió la mano y tocó su sedoso cabello, su voz baja y suave, susurrando como entre amantes.

—No me provoques, ya sabes, sé obediente y no tendrás que sufrir ningún castigo, de lo contrario...

No continuó sus palabras, pero bajó la cabeza y tiró de su largo cabello, oliéndolo con avidez como un adicto.

...

Lara estaba sin palabras, horrorizada.

¿Qué está haciendo?

¡Se ha vuelto loco!

¡Verdaderamente loco!

En sus diez años juntos, nunca había tenido tanto miedo de él antes.

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