14. Perdóname

Kelvin saltó rápidamente, enfrentándola de rodillas, el sofá hundiéndose bajo su peso con un suave crujido. Su corazón latía fuerte como un tambor, el sudor brotando en su frente y cuello, deslizándose por su piel en gotas calientes.

Su rostro se torció de pánico, las lágrimas brotando en sus ojos,...

Inicia sesión y continúa leyendo