32. Sí, tía III.

Wendy tragó saliva con fuerza, su boca se llenaba de agua y su garganta se movía ante la depravación frente a ella.

No, no hagas esto. No….

Su mente le gritaba, pero su cuerpo—su débil y emocionado cuerpo—la traicionaba, sucumbiendo a sus deseos lujuriosos.

—Vamos, tía, no tenemos toda la noche...

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