11. Líbrame, padre.

El momento en que él se deslizó dentro de ella, el mundo se hizo añicos.

El grito de Sarah no fue de dolor, sino de pura y absoluta revelación. Nunca había sentido algo así en toda su vida.

Él era mucho más que cualquier juguete—un calor vivo y palpitante que la llenaba por completo, estirándola d...

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