12. Vete al carajo, sálvame

Sarah intentó seguir, pero él la empujó con fuerza, robándole el aliento.

—Entrega mi maldita hendidura, oh Señor —gritó ella, su vagina apretándose tan fuerte que succionó su pene más profundo.

Las oraciones retorcidas la enloquecieron. Ella repetía las palabras sucias, sus caderas golpeando haci...

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