18. Mi asqueroso corderito I

Los dedos temblorosos del Padre Elías forcejeaban con la pesada llave de bronce que había tomado del cajón de la sacristía.

La catedral se alzaba silenciosa a su alrededor, una bestia cavernosa que dormía después de la misa dominical.

Las monjas estaban recogidas en la casa misionera, mientras los...

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