5. El maldito premio

Un sollozo se escapó de su garganta, pero obedeció, separando los pies lo suficiente para que él viera la humedad brillante entre sus piernas.

Él contuvo el aliento.

Ella estaba goteando.

No por excitación (no, estaba demasiado avergonzada para eso) sino por miedo, por la abrumadora violación de ...

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