8. Más vale que el desayuno esté caliente

Su respiración se detuvo.

Él lo sabe.

La realización la golpeó como un puñetazo en el pecho, sacándole el aire de los pulmones.

Sus ojos se entrecerraron. —¿Cómo... cómo lo sabes? —demandó, con una voz más aguda de lo que pretendía.

—¿Qué parte de secreto no entiende Collins?

La risa de Cole ...

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