2. Te quiero, madrastra.

¿Lo oyó ella? ¿O fue solo una coincidencia?

Fuera coincidencia o no, lo volvía loco.

El pensamiento lo empujaba más cerca del borde, sus bolas tensándose.

Con sus muslos bien abiertos, ahora podía moverse libremente. Su mano libre subió para juguetear con su clítoris, mientras la otra mantenía su...

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