Capítulo 11

—¡Ay!— Me quejé cuando el cepillo se enredó en un nudo, y de inmediato lo arrojé al lavabo con un fuerte estruendo —¡Estúpida cosa!— Resistía el impulso de partirlo por la mitad, golpeando mis manos contra el mostrador y apretando los bordes, mis nudillos pulsando entre un blanco intenso y un rosa e...

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