Ésta noche no

Me acerco a ella, sin apartar la mirada de su rostro sereno. Sin pensarlo, extiendo la mano y acaricio con las yemas de los dedos su muslo y la fina tela blanca de su ropa interior. Las yemas de mis dedos parecen calentarse al conectar nuestras pieles y continúo ascendiendo, deslizándolas sobre su c...

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