CAPÍTULO 54

Dos días después

Abro los ojos de golpe, arrepintiéndome al instante. Una luz cegadora es lo primero que mis ojos captan, cierro los ojos rápidamente, sintiendo como mi cabeza empieza a doler.

— ¡Dalila!

Esa voz la podría reconocer a kilómetros, mi amada Luciana.

—No puedo abrir los ojos —anuncio e...

Inicia sesión y continúa leyendo