Capítulo 40 Capítulo 40.

—Estoy celoso, brillitos —presionó su cuello con una precisión adecuada, en la que el dolor no existía, sino esa abrumadora sensación de no saber por qué seguía permitiendo que lo jodiera algo que no tenía que haber sucedido en primer lugar.

Pero ahí estaba, pidiendo tiempo. Pidiendo. Su palabra pr...

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