40 La luna en flor

Emma.

Tan pronto como entramos a la casa, el suspiro de sorpresa de Miranda llenó el aire. Sus ojos brillaron de alegría y lágrimas brotaron mientras se apresuraba a saludarme. Ver su felicidad genuina tocó algo profundo dentro de mí.

—Arregla mi habitación, cambia las sábanas. Y prepara la antigu...

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