73 A Tomas

Emma,

Luca y yo caminamos en silencio hacia el lugar donde Katya estaba con sus abuelos. El aire se sentía cargado de tensión. Theo, su abuelo, estaba llorando. Las lágrimas corrían por su rostro, no solo por el shock, sino por el peso del arrepentimiento. No había sabido que tenía una nieta hasta ...

Inicia sesión y continúa leyendo