74 El fin de una amenaza

Emma,

—Parece que ya crees en el viejo tonto—, se burló Tomas, su sonrisa siniestra extendiéndose por su rostro. La fachada de encanto, de razón, había desaparecido. Ya no intentaba ganarme. Su verdadero yo—oscuro, cruel e impenitente—estaba a la vista.

Me di cuenta entonces de que todas sus palab...

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