10 Damisela en apuros 1

Nos escoltaron a una habitación pequeña y tenuemente iluminada, y Emma se retiró inmediatamente a una esquina, su cuerpo tenso y sus ojos recelosos. Estaba como un animal enjaulado, sin saber qué esperar. Levanté las manos, con las palmas hacia adelante, en un gesto de tranquilidad.

—No te preocupe...

Inicia sesión y continúa leyendo