30 Dejando ir

Emma.

Las palabras me atravesaron como un cuchillo, afiladas e implacables. Luca estaba frente a mí, sus ojos brillando con lágrimas no derramadas, y dijo las palabras que más temía.

—Te voy a dejar ir.

Sentí como si me arrancaran el corazón del pecho. No podía respirar, no podía pensar. —Todavía...

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