97. Sorpresa, sorpresa.

Tres meses después.

—¿No te ha perdonado?

Héctor lanzaba al recluta por el ring como si fuera un muñeco de trapo.

—No, por última vez, hemos terminado.

—Eso es imposible, ella es tu compañera, Héctor.

—Sí, bueno, aparentemente está luchando contra el vínculo.

—Eso la va a enfermar, ¿sabes?

—L...

Inicia sesión y continúa leyendo