CAPÍTULO 128

ANASTASIA

—Te ves hermosa hoy—, elogió padre, con una sonrisa en los labios.

Pero yo no le devolví la sonrisa. ¡Estaba atónita!

Me giré para buscar a mi Alfa y lo encontré a unos pasos de nuestra mesa, levantando el pulgar.

—¿Cómo hizo para que viniera mi padre?—, me pregunté, aún maravillada po...

Inicia sesión y continúa leyendo