CAPÍTULO 14

ANASTASIA

—¡Diego! ¡Por favor, déjame ir!— grité, golpeando el maletero con mis piernas.

El movimiento del coche me incomodaba, ya que cada bache en el camino me afectaba. Mi cuerpo golpeaba las esquinas, haciendo que cada parte me doliera.

—¡Anna, eres tan estúpida! ¿Por qué no se lo diste?— me ...

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