CAPÍTULO 22

DIEGO

—Esa chica... ¡No soporto sus tonterías!— exclamé, dirigiéndome de vuelta a mi habitación.

¿Qué importa si la pregunta que hice no sonó bien? ¡Esta es mi mansión! Lo mínimo que podría haber hecho era decir que no o intentar no decir una maldita palabra. ¿Pero un consolador? ¡Repugnante!

—As...

Inicia sesión y continúa leyendo