Capítulo treinta y cuatro

"¡Vaya! Latigazo." Bromeé, abanicándome la cara con la mano. Él se rió suavemente y agarró mi mano, deteniéndola. Me atrajo hacia su pecho y entrelazó sus dedos con los míos. "¿Te gustó?"

"Sí." Dije en voz baja, mirando nuestras manos entrelazadas.

"Estaba pensando... podríamos regresar, cenar en mi...

Inicia sesión y continúa leyendo