117. La herida que nunca cierra.

Narra Álvaro.

El sudor todavía me recorre la espalda.

Silvia ronronea a mi lado como una gata saciada.

Javier juega con mis dedos, su respiración tranquila.

Por un momento… el mundo es perfecto.

Y yo… feliz.

Una palabra que siempre creí ajena.

Lejana.

Pero ahora está ahí, pegada al pecho, latiendo c...

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