24. Bocas que no callan, camas que no olvidan.

Me siento en la mesita de afuera, con las piernas cruzadas, el vestido arrugado y la piel todavía con el aroma de Javier… y un eco casi imperceptible, pero persistente, de Álvaro.

Anne llega con su cabello recogido en un moño alto y gafas de sol enormes, como si fuera una estrella de cine escapando ...

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