56. Intentar no es suficiente.

Empiezo a escribir. O lo intento.

Dos líneas.

Borro.

Otra frase.

Borro de nuevo.

Pongo una palabra, la releo, y me parece ridícula.

Todo lo que escribo suena hueco. Forzado.

Como si las palabras ya no me quisieran.

Antes, escribir era refugio. Ahora es una pared contra la que me estrello.

Antes dolí...

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