63. El plato fuerte aún no llega.

El reloj ni se escucha. Solo el zumbido suave del ventilador de techo y el golpeteo sutil de su corazón contra mi oído. Estoy desnuda sobre él. Literal y emocionalmente. No me queda ni una sola defensa en pie. Y, por primera vez, no me importa.

Javier acaricia la curva de mi cintura con una lentitud...

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