66. Donde las luces no llegan.

La ciudad se diluye tras el vidrio polarizado. Las luces se hacen más espaciadas. Álvaro me pasa la mano por la rodilla, sin mirar. Javier me acaricia los dedos. Sus cuerpos me rodean. Son calor. Son tentación. Son historia y presente mezclándose con una fuerza que me da vértigo.

Al llegar, la reja ...

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