73. La llamada.

La mañana entra despacio por la ventana, como si supiera que no debe interrumpirnos todavía.

Javier duerme a mi lado, con el cuerpo pegado al mío, cálido, confiado, exhausto. Tiene una mano en mi cintura y otra bajo mi nuca, como si incluso dormido necesitara asegurar que no me voy a ir. Lo miro. Su...

Inicia sesión y continúa leyendo