93. El calor que no se apaga.

Llegamos a casa con los cuerpos más sueltos, las risas más tibias y la mirada cargada.

El sol ya no está. Hay solo luz naranja en el horizonte y olor a pasto recién cortado. Entramos los tres sin decir mucho. El calor del paseo quedó pegado a la piel, mezclado con el cosquilleo del alcohol y ese sil...

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