94. Vibraciones que no son mías.

Narra Silvia.

El sol de la tarde cae lento sobre el ventanal, tiñendo la habitación con un resplandor ámbar, y yo estoy sentada a horcajadas sobre él. Mis caderas se mueven lentas, estudiadas, marcando el ritmo exacto que sé que le enloquece. O que le enloquecía. Su respiración es superficial, sus m...

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