Capítulo treinta y cuatro:

Ambrosia cruzó los brazos sobre el escritorio frente a ella.

—No es una mala idea, no iré allí pronto y quiero dejar que se cocine unos días —respondió Ambrosia con calma, y por alguna razón eso me puso más nerviosa.

—Me detuve y hablé con Pythia, ella va a hacer algunas llamadas telefónicas. Le d...

Inicia sesión y continúa leyendo