Capítulo 1
Miré a mi papá con desaprobación cuando anunció que está arreglando una cita con el hijo de su amigo. Dejé mi tenedor y cuchillo lentamente mientras tragaba mi comida.
—Papá, no entiendo por qué tienes que arreglarme con alguien— dije en un tono calmado, aunque realmente odio la idea de que mi papá intente invadir mi vida. Mi abuela levantó su dedo índice y aquí vamos de nuevo con su largo discurso sobre el amor.
—Jaclyn, es lo mejor para ti. Estamos preocupados por ti y además no hay nada de malo en conocer al hijo del amigo de tu padre primero— dijo sonriéndome brillantemente y yo negué con la cabeza ligeramente.
—Abuela, actualmente amo mi trabajo y no necesito un hombre AHORA— dije, enfatizando la última palabra bastante claramente para que mi familia sepa que no necesitan interferir en mi vida amorosa. Mi papá levantó las cejas y soltó un largo suspiro.
—Jaclyn, no nos estamos haciendo más jóvenes y queremos que todos ustedes se establezcan muy pronto.
—Papá, quiero establecerme cuando tenga 30 y todavía me faltan 3 años— dije mientras agarraba mi tenedor de nuevo.
—3 años es muy poco tiempo, Jac. ¿Dónde encontrarás un novio si sigues ocupada trabajando y saliendo con tus autos?— dijo mi abuela en un tono sarcástico. Puede que tenga más de 70 años, pero es bastante astuta cuando se trata de insultar y hacer comentarios sarcásticos sobre sus nietos.
—Sé que me darás a alguien que es genial y tal vez según tus estándares, pero créeme, papá. No necesito salir con nadie ahora mismo— dije asegurando a mi papá y a mi abuela que dejaran de pedirme que saliera con alguien. Continué comiendo mi cena y revisé la hora en mi teléfono.
—¡Oh! ¡Es hora de ver 90 días para casarse!— chilló mi abuela mientras se levantaba de su asiento a la velocidad de la luz. La miré parpadeando unas cuantas veces antes de terminar sacudiendo la cabeza.
—Ella necesita dejar de ver eso— comentó mi papá y solté una pequeña risa.
Terminé mi cena y decidí sentarme en la sala de estar mientras revisaba mi agenda para mañana. Mi abuela estaba ocupada viendo y maldiciendo a Big-Ed, quien no tiene cuello. La semana pasada, incluso vi a mi abuela maldiciendo a ese hombre sin cuello por usar mayonesa en su cabeza.
—¡Hola a todos!— mi hermano, Jace, acaba de llegar a casa y se tiró inmediatamente en el sofá.
—Ve a cenar, Jace— dijo mi abuela y volví a mirar mi iPad para ver mi agenda.
—Chico, ve a cenar...— escuché decir a mi papá y Jace se dejó caer a mi lado, poniendo su brazo alrededor de mi hombro. Sé que está tramando algo cuando actúa así.
—¿Qué pasa?— pregunté sabiendo que me pedirá que haga algo.
—Escuché que te están arreglando con alguien— susurró en mi oído y me voltee para empujar su cara lejos de mí.
—No estoy de humor para tus bromas, Jace.
—¿Quién es el desafortunado, papá?— preguntó Jace sin rodeos.
—Es cardiólogo.
—¿En serio? Tal vez pueda arreglar tu corazón malvado y frío, Jac. No puedo esperar para conocer a este encantador cuñado— dijo Jace mientras acariciaba mi cabeza.
—Quita tus manos de mí, Jace— dije firmemente.
—¡Ugh! Abuela, ¿por qué estás viendo a este hombre sin cuello otra vez?— comentó Jace.
—¡Cállate!— lo interrumpió mi abuela y Jace estalló en carcajadas de repente.
—¡Papá! Enviemos a la abuela a un programa de 90 días para casarse— sugirió Jace y me voltee hacia él incrédula. Jace y sus ideas locas. A veces dudaba si compartimos el mismo vientre.
—No empieces, Jace— advirtió mi abuela. Me levanté del sofá y caminé hacia las escaleras. Agarré mi bolso que había tirado en el suelo y subí a mi habitación. Entré y puse mi bolso en mi tocador.
Escuché un golpe en la puerta y dejé que quien estuviera detrás entrara. Era mi papá y sonrió al verme.
—¿Qué pasa, papá?— pregunté.
—Almuerza conmigo mañana, voy a presentarte al hijo de mi amigo— dijo mientras se sentaba en el borde de mi cama. Me recosté contra la pared mirando a mi papá.
—Papá, sé que he estado ocupada y todo eso, pero ¿crees que es necesario arreglarme con alguien?— pregunté porque tenía curiosidad por saber qué pasaba por su cabeza.
Sé que los padres siempre quieren lo mejor para sus hijos. Especialmente mi papá, después de que perdimos a mamá hace 6 años. Cambió. Empezó a mantenerse ocupado con el trabajo e incluso evitó que sus hijos se mudaran. Estaba solo y aún no podía aceptar que mamá ya no estaba. No solo él, sino que la muerte de mamá me afectó mucho. Pasé por una depresión, una muy mala. Estaba suicida y me escapé de casa varias veces por eso.
—Solo quiero que seas alguien en quien pueda confiar.
—¿Confías en tu amigo?
—Hemos sido amigos desde la secundaria, Jaclyn. Lo viste un par de veces, Harrison Clayton, ¿lo recuerdas?— preguntó y me encontré asintiendo. Recordé al Sr. Clayton, nos encontramos algunas veces en un baile de debutantes.
—Es doctor, ¿verdad? Recuerdo que me dijiste que tiene hospitales por todo el país.
—Sí, es correcto. Tiene un hijo llamado Noah Clayton y es cardiólogo.
—¿Quieres emparejarme con un cardiólogo? ¿Estás seguro?— pregunté a mi papá y él se rió mientras se levantaba.
—Sí.
—Muy bien, veamos a este hombre mañana, pero no te garantizo que me gustará.
—Es un arreglo, Jaclyn. No te estamos obligando, tu felicidad siempre será mi prioridad número uno.
