38. No te rindas.

Al día siguiente la cabeza de Ary descansaba sobre el pecho de Nick, permanecían dormidos mientras los primeros rayos de sol empezaba a colarse por las rendijas de los ventanales, entonces el celular de Nick, los sacó de brazos de Morfeo, aun adormecido:

—Hola.

—Buenos días, señor Grimaldi, le salud...

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