30. Ni siquiera lo conocía

Sheel me mira con rencor, camina en mi dirección, aviento el teléfono sobre la cama y tomo el arma con las dos manos para apuntarle.

—No des un paso más —le ordeno.

—Pensé que eras diferente —resopla.

—¡Quédate ahí! —le grito sin dejar de apuntar y se detiene a unos pasos de distancia.

—Sabía que e...

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