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Dominic

Miré mi teléfono mientras mi pulgar flotaba sobre el botón de marcar. Había sido paciente y esperado lo suficiente, y cada minuto que desperdiciábamos era otro minuto que Raina estaba en las garras de ese hijo de puta.

Alex no era el único que se estaba volviendo loco. Sí, su esposa estaba...

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