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Raina no sabría lo que le esperaba. El pensamiento giraba en mi mente como un mantra mientras la veía beber el tónico, completamente ajena. Adelaide. A ella deberían haber reverenciado, no a esta mujer ingenua de ojos grandes que se sentaba frente a mí. ¿Cómo se atrevía a entrar aquí como si fuera l...

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