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Celeste estaba con una sonrisa coqueta, acarició mi rostro y me dio un beso en la comisura de mis labios. Un beso simple, pero que logró hacerme temblar.

—Su hijo es muy caliente, suegro, a él le encanta poseerme a la hora que sea y en el lugar que sea. —dijo Celeste.

Una pequeña tos se apoderó de...

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