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Ella hizo una seña a Xiao Cheng —Ven y siéntate.

Xiao Cheng se acercó y se sentó a su lado.

—Mi hija es una pobre chica. Me habían advertido repetidamente que no dejara salir estas cosas. Pero el viejo y yo estamos envejeciendo, y es hora de que ella encuentre a alguien que la cuide.

Azalea negó ...

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